¿Son huellas en la arena?, sí, porque como los pies que caminan por ella todo lo que transcurre en nuestra vida se marca en nosotros, a veces la tormenta traerá olas que borren esas pisadas, otras soplará el viento, otras solo serán acaricidas por el mar, hasta formar parte de él. Como esas huellas nuestra existencia es efímera, pero ocupamos un momento en el tiempo, un lugar en la orilla, un instante cargado de belleza.

lunes, 18 de octubre de 2010

La familia no tiene un papel subsidiario





La familia es una unidad de vida interna con valores inalienables, parece que últimamente hablar de valores es como hablar de verdades vacías. Resulta curioso como hemos llegado a una fase tan importante y colmada en el terreno del desarrollo social que sin embargo no se corresponde con el moral o ético. Dichos pilares de cualquier sociedad deben fraguarse en la familia, pero ésta se encuentra acosada y desamparada a la hora de fomentarlos. El Estado debe actuar de forma subsidiaria, pero parece querer incluir su propia dogmática, y se hace otorgar el título de guardián poniendo en cuestionamiento la institución con más arraigo, o al menos privándola de derechos, es difícil encuadrar a la familia pero no se puede prescindir de ella dejando crecer árboles sin raíces.

Incontables padres aceptan un papel secundario haciendo dejación de una paternidad responsable, olvidando que son ellos los principales educadores de sus hijos, y el resto de instituciones lo son de forma auxiliar. La identidad personal nace en casa, con una ética y convicciones, inculcadas en el seno familiar. No pretendo dramatizar, pero vivimos una crisis insostenible, donde debe esclarecerse sin lugar a grietas, sin lugar no a luagunas, sino a mares enteros, que los mayores pedagogos SON LOS PADRES, son ellos, los principales encargados de educar el intelecto y la moral, de forjar la personalidad del niño, para convertirlo en un adulto de loables valores.

 ¿Será que no se cree en la familia por lo que hay pocos ofrecimientos para ella?. Ignoran que ésta es escuela de humanidad, cátedra donde se aprende a vivir como personas, lo que ayuda a entender el sentido de la vida, y comprender la responsabilidad y capacidad para el amor, para sí, y con los demás.

Estamos condenados a un futuro de miseria y empobrecimiento personal, abocados al fracaso, si no criamos a los hijos desde la búsqueda de virtudes que les engrandezcan como personas, pero esa labor no nace únicamente en leyes, proclamas del Estado, ni en las escuelas, ni en los medios de comunicación -obviamente ahí es donde menos nacen-, sino que brota, germina, en la familia, no es cuestión de nuevas leyes, o nuevas asignaturas que sobrepasan las competencias de la escuela, sino de un cambio integral de la persona, hacer de una correcta educación no en un ámbito de la vida, sino un MODELO DE VIDA, ésto se desarrolla en una educación con conocimiento de causa, con implicación absoluta, dejando de prestar tanta atención por parte del Estado a la galería, al prestigio social, y no, a lo que en realidad importa, la persona, el individuo, el adulto en potencia.

Hay chavales, hijos de la nueva generación verdaderamente maravillosos, yo creó en lo que está por venir, quiero creer, pero también algunos chavales, dictadores del hogar, en su tiranía, en su falta de escrúpulos que forman el día a día de muchos adolescentes pasa por unos cimientos de corcho, suelos de papel y paredes de paja; y por menosprecio de las funciones paternas, bien por decisión de los progenitores, bien por vejación de su labor en pro de una mayor inclusión estatal. Ni autócratas que eduquen a base de bofetadas, ni progresismo mal entendido, que permita pasar de la libertad al libertinaje, sino un ejercicio de educación desde la convicción sana, la labor de padre, desde el cariño y la firmeza, desde la ternura del beso y el abrazo, a la regañina a tiempo, impidiendo que el Estado socave funciones que no son de su incumbencia y reclamando protección a una institución de la que todos somos miembros.


viernes, 15 de octubre de 2010

RESCATANDO UNA ESTRELLA DE MAR



Encontré esta historia en una web, mientras navegaba buscando una dinámica para los chavales de un grupo con el que colaboro, me pareció bonita, así que para vosotros:


Había una vez un sabio que solía ir a la playa a escribir. Tenía la costumbre de caminar por la playa antes de comenzar su trabajo. Un día, mientras caminaba junto al mar, observó una figura humana que se movía como un bailarín. Se sonrió al pensar en alguien bailando para saludar el día. Apresuró el paso, se acercó y vio que se trataba de un joven y que no bailaba, sino que se agachaba para recoger algo y suavemente lanzarlo al mar. A medida que se acercaba saludó:

- "Buen día, ¿Qué está haciendo?" -

El joven hizo una pausa, se dio vuelta y respondió:

- "Arrojo estrellas de mar al océano".

- "Supongo que debería preguntar ¿Por qué arrojas estrellas de mar al océano?", dijo el sabio.

El joven respondió:

- "Anoche la tormenta dejó miles de estrellas en la playa, hoy hay sol fuerte y la marea está bajando, si no las arrojo al mar, morirán".

- "Pero joven, replicó el sabio, no se da cuenta que hay cientos de kilómetros de playa y miles de estrellas de mar, ¿Realmente piensa que su esfuerzo tiene sentido?" -

El joven escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otra estrella de mar, la arrojó al agua y luego le dijo:

- "Para aquélla, sí tuvo sentido".

La respuesta sorprendió al hombre. Se sintió molesto, no supo qué contestar y regresó a su cabaña a escribir.

Durante todo el día, mientras escribía, la imagen de aquel joven lo perseguía. Intentó ignorarlo, pero no pudo. Finalmente al caer la tarde se dio cuenta que a él, el científico, a él, el sabio, se le había escapado la naturaleza esencial de la acción de aquel joven. Él había elegido no ser un mero observador en el Universo y dejar que pasara ante sus ojos. Había decidido participar activamente y dejar su huella en él.

Se sintió avergonzado y esa noche se fue a dormir preocupado.

A la mañana siguiente se levantó sabiendo que debía hacer algo.

Se vistió, fue a la playa, encontró al joven y pasó el resto de la mañana arrojando estrellas de mar al océano.

... Nada puedo hacer para solucionar las penas del mundo, pero puedo hacer mucho para colaborar en el pedacito de mundo que me toca...


miércoles, 13 de octubre de 2010

FLECHAS AMARILLAS





Flechas amarillas, desde que leí esas dos palabras hará ya un año en el libro Peregrinar por dentro y por fuera. Guía interior para peregrinos y caminantes, de Rodríguez Olaizola, que me regaló un buen amigo, se quedaron grabadas en mi cabeza, en algún lugar muy al fondo, latentes, y no fue hasta que hace unos meses volví de Galicia, de hacer el Camino de Santiago, cuando empezaron a retintinear  en ella. Comencé a hacerme preguntas por los verdes y arduos montes Lugo, donde esas flechas señalaban la dirección que tomar, el sendero seguro, cada vez que veíamos una, la sensación de alivio que nos envolvía es difícil de explicar, demasiado intensa por esos momentos en los que caminábamos kilómetros sin advertirlas, a veces con la sola y débil luz de la linterna en mitad de la noche, una luz tenue que ni siquiera bastaba para no tropezar. Pero, esas flechas tenían un significado oculto, uno, más allá de decirte donde estaba el km 0, eran también la base de una reflexión que me abordaría en mi viaje.

¿Quiénes eran mis flechas amarillas en la vida?. Supe la respuesta a esa pregunta con una inmediatez que no albergaba dudas, sin embargo, la cuestión entonces era por qué. Tal vez lo son, porque como esas flechas, nos señalan el camino cuando hay una encrucijada en nuestra vida, porque si bien, en ocasiones, no tienen la respuesta correcta a nuestras preguntas, a nuestras dudas, a nuestras incertidumbres, aunque a veces ni siquiera tienen respuesta, siempre están ahí para escucharnos, para darnos pistas, para plantearnos la pregunta desde otra perspectiva, a veces simplemente para abrazarnos con toda su ternura. Cuando estamos cerca, nos envuelve un sosiego, una serenidad, una seguridad… , porque nos sentimos protegidos, simplemente compartiendo el silencio a su lado. Son personas que animan con su simple presencia, y que tirando de su experiencia en la vida nos ayudan a orientarnos, su reflexión tranquila a observar el horizonte con optimismo, con más luz de la que creíamos que tenía, a vislumbrar la senda correcta, quizá no la más rápida, quizá no la más fácil. Quizá incluso, pueden cometer errores en su orientación como flechas amarillas, que no están claras en el camino, pero al menos su referencia nos transmite calma, pues son una ayuda, fuente de paz y claridad. 

¿Qué tienen?, caminan paralelos a la utopía, porque la esperanza es su compañera de viaje, a veces, te regalan el que formes parte de su vida compartiendo sus propias tristezas y sus gozos. Irradian alegría a su paso, escuché una canción que hablaba de ellos, y era cierta su letra, pues algunos sacan lo mejor de sí en la tierra, porque viven con su mirada puesta en el cielo. Nos causan admiración por como son, por como sienten, por lo que desprenden, porque intentan encontrar lo mejor en los demás, dando igualmente lo mejor. Quizá puedan fallar en ocasiones, como he dicho, son humanos, por tanto imperfectos, pero, son dueños de una luz interior, que te hace saber que Dios les cuida, por ello, debemos darle gracias por haberlos cruzado en nuestro camino. Son esas personas, con una dulzura en su forma de mirarte que acompañan con una leve y casi imperceptible sonrisa, con la que sabes sentirte comprendida, con la que la certeza de que eres importante para esa otra persona que se preocupa por ti, te hincha el pecho, y te hace en un suspiro soltar el aire que aprisionan tus pulmones.

Acaso, su labor ni siquiera es marcar la ruta, sino quizá solo es eso, saber que están ahí, para ti, porque aunque los tape algún matorral, aunque no se dejen ver en kilómetros,… están. Y es que, a veces, agobiados, golpeamos una piedra con nuestros torpes y cansados pies, y viene a chocar en ellas, porque somos así de brutos, y no nos damos cuenta de que las podemos desconchar un poco. Es entonces, cuando debemos reaccionar a tiempo y arreglar lo que estropeamos, demostrándoles que las querríamos en nuestro caminar, no por egoísmo, porque las necesitemos, no, sino que las querríamos siempre, porque son esenciales por su simple ser, aunque no fueras guías eso no mermaría su belleza y su importancia. Y entonces, comprendes que esas flechas tienen mucho de mágico, porque a cambio no piden nada, solo les hace felices estar ahí para ti, porque es lo que tienen, su generosidad infinita. Y tú, impotente, solo puedes darle a cambio una mano de pintura si se cuartean, sembrar de flores su alrededor, ser también paño si alguna vez el barro y la lluvia las ensucia un poco, mimarlas, cuidarlas, agradecerles todos los días de tu vida su hermoso existir, y grabar esas flechas en ti, para siempre.

jueves, 7 de octubre de 2010

LOS CAMINOS DEL SILENCIO



Ayer leí Los Caminos del silencio, de Michel Hubaut, editorial PPC. Ha sido una lectura de lo más reconfortante, una de las mejores en mucho tiempo, y más teniendo en cuenta que el día anterior El vencedor está solo de Paulo Coelho, me dejó un poco decepcionada, imagino que éste autor que me entusiasmó con El Alquimista tiene difíl volver a conseguir en mí aquellas sensaciones, pero yo sigo confiando en él, leyendo sus libros, y sus artículos (éstos últimos bastante a la altura de lo que espero de él), quizá algún día recobre el espíritu de ese libro. Pero, como iba diciendo, mi lectura de ayer, fue realmente fascinante, me tocó el corazón, y me llevó a la reflexión. Os dejo algunas notas que tomé del libro, y así quizá os anime a comprarlo.

“El silencio es una necesidad vital, para el hombre, como el aire que respira, como el pan del que se alimenta. Pues no está en juego su propia identidad, sino también la calidad de sus relaciones y el porvenir de toda su vida social”.

Cap 1. ¿Acaso hoy en día se reserva el silencio a los enfermos y a los muertos (en referencia al cartel de y al toque de corneta).

Cap. 2 “Es una necesidad urgente que volamos a encontrar los caminos del silencio. […] Recuperar el sabor de los placeres sencillos. El de caminar al alba por la orilla del mar. Respirar por todos los poros de nuestra piel el aroma de la brisa marina de nuestra tierra natal. Escuchar el rugido de las olas o el chapotear regular del flujo y reflujo del agua, eco de nuestra milenaria historia. Escuchar el silencio de las cumbres nevadas cuya majestuosidad nos habla de la pequeñez del hombre y también de su grandeza pues es causante de su propia insignificancia […].

Pero veremos que ese descanso físico no es sino una etapa. El silencio no es solo una ausencia de ruidos. Debe acompañarse del silencio psicológico para abrir la puerta a otros niveles de silencio, el de la conciencia y el del alma del corazón que escucha al espíritu.”

Cap 3. “La primera etapa del aprendizaje del silencio consiste a menudo en volver a aprender a familiarizarse con esas mil y una pequeñas notas que componen la música del silencio […]. Mira y escucha un árbol, una flor, un guijarro […] el lamento del viento, el crepitar del fuego, el silencio del sol poniente. Y silencio incluso del mar que rige.

Aquel que no sabe escuchar la música de la creación no sabrá escuchar a los demás, y menos aun percibir el silencio de Dios”

Cap 14. “Es ante todo en el nivel del diálogo interior consigo mismo donde el hombre trata de leer y comprender su propia historia, su pasado, su presente y sus proyectos, analizar sus triunfos y sus fracasos, sus sueños y sus decepciones, sus alegrías y sus penas, en resumen unificar su vida a largo plazo, so pena de ser un tapón de corcho que avanza al capricho de las olas del paso del tiempo.”

Cap 15. “Pero el drama del hombre moderno consiste en que, al haber desertado de su ´corazón´ ya ni siquiera sabe que posee una ´vida interior´. Por consiguiente ¡tiene miedo al silencio, que confunde con el vacío!. Guardar silencio es una manera de preparar nuestro ´corazón´ para acoger el deseo del Espíritu en nosotros. La oración cristiana surge ante todo en el silencio, no de una necesidad o de un temor del hombre, sino de una llamada al interior del Espíritu, la oración amiga en la iniciativa de un Dios Amor que desea colmarnos con su presencia”

Cap 28. ORACIÓN PARA OBTENER LA GRACIA DEL SILENCIO

“Señor, concédeme

no el silencio que me hace prisionero de mí mismo,

sino el que me libera y abre en mí espacios nuevos,



no el silencio del cuerpo agotado por los paraísos artificiales,

sino el del alma que respira en el umbral de tu reino,



no el silencio del temor a los demás y al mundo,

sino el que me acerca a todo hombre de la creación,



no el del egoísmo, frío, indiferente y altivo,

sino el que arraiga, fortalece y purifica la ternura del corazón,



no el silencio de la ausencia vacía, del monólogo solitario,

sino el del encuentro, de la intimidad en tu presencia,



no el silencio de la cobardía o la resignación,

sino el que prepara para el combate por la verdad,



no el silencio de los excluidos, de los que no tienen voz,

sino el que alimenta la fuerza de los pueblos que se levantan,



no el silencio del hombre que huye,

sino el del hombre que te busca,



no el silencio del hombre que cavila sin tregua sobre sus fracasos,

sino el que reflexiona para descubrir sus causas,



no el silencio de la noche de la desesperación

sino el que aguarda la luz de la aurora, de la esperanza,



no el silencio del rencor, del odio, de la venganza,

sino el del sosiego y el perdón,



no el silencio del locuaz, lleno de palabras, lleno de sí mismo,

sino el del corazón que escucha el murmullo del Espíritu,



no el silencio del invadido por demasiadas preguntas sin respuesta,

sino el de la maravilla y la adoración,



no el silencio del olvido de la tumba, de la muerte,

sino aquel en el que la materia se recarga de energía del Resucitado,

en espera de una vida nueva en tu luz…”