¿Son huellas en la arena?, sí, porque como los pies que caminan por ella todo lo que transcurre en nuestra vida se marca en nosotros, a veces la tormenta traerá olas que borren esas pisadas, otras soplará el viento, otras solo serán acaricidas por el mar, hasta formar parte de él. Como esas huellas nuestra existencia es efímera, pero ocupamos un momento en el tiempo, un lugar en la orilla, un instante cargado de belleza.

viernes, 30 de abril de 2010

FILIPENSES 2


Ayer asistí impresionada a algo que realmente no tiene nada de especial. Un señor le preguntó a un amigo -que es un cura estupendo-, ¿por qué Dios murió en la cruz?, y en su respuesta dijo que era largo de explicar, pero como no tenía que ver con el tema de que hablábamos lo intento resumir muy muy brevemente, y dijo que no fue para salvarnos de nuestros pecados, eso vino después, sino que porque se fiaba del Padre, se fiaba porque siempre había recibido todo de ÉL, y si ahora tocaba dejarse matar por alguna razón que le costaba entender, por muy difícil de comprender que fuera, se dejaría, y no una muerte normal, sino una muerte cruel e injusta, por ello porque se había bajado, obedecido, porque se había hecho vulnerable a los hombres siendo su condición divina, fue exaltado por Dios, Dios lo puso por encima de todos. Y a continuación y fue esto lo que me impresionó empezó a recitar Filipenses 2, y no fue el que se supiera los versículos de memoria lo que realmente me dejó conmocionada, a pesar de que la biblia es extensa supongo que al igual que yo conozco artículos de leyes es natural que él tenga manejo de su campo, lo que emocionó fue la pasión, la ilusión que ponía en cada palabra, lo que las saboreaba mientras salían de sus labios y las interpretaba con los gestos de sus manos, de se modo cobraban una vitalidad, una fuerza. un sentido nuevo...

Cristo:
6 El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
7 Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; 8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. 10 Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre.

Curiosamente desde la página de Novabella, (página muy recomendable a la que estoy suscrita y de la que os dejo un enlace en mi blog), me llegó anoche al correo lo que os adjunto, me hizo relacionar los acontecimientos de la tarde con dicha oración, en ella, se lee una total confianza en Dios, un dejarse hacer por Él, algo parecido a lo que debió sentir Jesús.

Señor, sé que eres mi Padre y esto me basta.
Sé que me amas y esto me alegra.
Sé que lo puedes todo, y esto me llena de seguridad.
Sé que lo sabes todo y te confío mi vida.
No soy digno de amarte, pero tú me amas hasta después de haber pecado.
Yo me olvido de Ti, pero Tú no me olvidas jamás.
Yo te contradigo muchas veces y Tú me amas a pesar de ello.
Cuando me creo solo, Tú piensas en mí, Señor.
Cuando me oprime el desaliento, tu amor me conforta.
Cada minuto de mi vida es un minuto de tu amor.
Mi pasado me agobia, pero Tú me perdonas.
El porvenir me inquieta, pero Tú velas por mí.
No tengo más que el presente para amarte,
y Tú sólo me pides que me deje amar por Ti.
Con este minuto presente puedo reparar todo el pasado.
Este minuto presente encierra para mí todo el porvenir.
Señor, estás en mí para que yo viva y ame por Ti.
Señor, esto me basta.

Anónimo

Publicado por: Cristina Isabel Carretero Esteban

lunes, 26 de abril de 2010

Barranquismo, la furia del río y la fuerza del grupo






Estuve el fin de semana haciendo barranquismo en Río Verde, y no merecería una entrada, si no fuera por algo que me maravilló, no solo el entorno, y la experiencia, sino que íbamos 13 personas, desconocidos unos de otros, de ciudades distintas, de formas de ser totalmente diferentes y acabamos formando grupo. No nos habíamos visto en la vida, pero eso no supuso inconveniente para que cuando las piernas nos flaqueaban en el ascenso por la montaña hasta el inicio del cañón, unos y otros se pararan para darnos ánimos a los que íbamos más cansados, así estaba Antonio; para que nos tomáramos un respiro, lo que hacía Oscar; para que alguno que estaba en la cima retrocediera para ofrecer un sorbo de bebida isotónica que nos revitalizara y nos ayudara a completar el ascenso, de lo que se ocupó Jaime. Los que estaban más en forma ayudaban a los menos deportistas a pasar sobre troncos caídos, y piedras que se deslizaban por la ladera, a ofrecerte consejos para que nos resbalaras en el terreno más inestable, eso era cosa de Ángel, y a sostenerte ramas que no te arañasen la cara, a tenderte su mano para trepar donde parecía imposible, o darte un empujoncito para subir en los tramos en que había que escalar sin apoyo suficiente.

Un grupo de desconocidos que sonreía ante mis pisotones en sus manos – pobre Alberto- y me agarraba del neopreno si me llevaba la corriente. Que compartía un par de barritas energéticas, un puñado de frutos secos, y 3 ó 4 huesitos entre todos los que íbamos, súper atenta Cinta, para que no nos diera “una pájara”, porque todos íbamos juntos, avanzábamos unidos entre la embestida del río que desplazaba los pies de donde los colocábamos y nos hacía resbalar, nuestras cansadas piernas ya no respondían a las órdenes del cerebro, y los brazos aferrados a las rocas no tenían fuerza para mantenernos erguidos después de varias horas de esfuerzo. Los más conocedores de la técnica como Sergio nos protegían asegurando la cuerda a los que nos iniciábamos en el rappel y no podíamos evitar que se nos encogiera el estómago cuando teníamos que inclinarnos hacia atrás en el borde de la estantería, ahí estaba de nuevo Jaime, encantador, haciéndonos sonreír, liderando el grupo y marcando el ritmo que pudiéramos seguir. Jose, fotografiando cada momento que disfrutábamos… Solo puedo decir que ha sido un día que no voy a olvidar que he disfrutado como pocas veces, que 13 personas acabamos siendo amigos, y que estoy más cansada de lo que he estado nunca, y aunque los arañazos en los tobillos, las magulladuras de las manos y los moratones de las rodillas, el agotamiento, que hace que no pueda mover un solo músculo de mi cuerpo sin sentir dolor me dice que no repetiría (o eso digo hoy...), si es una experiencia que recomiendo vivir a todo el mundo una vez en su vida.

martes, 20 de abril de 2010

La SATISFACCIÓN de fabricar un INDALO.


Estos días he descubierto que tenemos capacidad para hacer lo que nos propongamos. He fabricado un llavero, y teniendo en cuenta que en mi vida nunca había hecho algo así, me siento muy orgullosa.

Ahí me veis equipada con mi navaja, dándome cortes aquí y allá, con los músculos de las manos doloridos por su uso y por el de la lima, y raposas de lijar, con tensión permanente en el cuello, y todas las vértebras chirriando por la posición al serrar, intentando encontrar la belleza en un trozo de madera…, intentando encontrar su alma. Me he sentido –salvando las distancias-, un poco como Miguel Ángel ante la colosal piedra de mármol de la que obtuvo el David, y la satisfacción que me ha invadido al terminarlo tras muchas horas de dedicación ha sido similar a la que he sentido al entregárselo al nuevo propietario, porque cuando no podía ni cerrar los dedos anquilosados por el esfuerzo, o cuando me desperté ayer maldiciendo la hora de mi ocurrencia, solo el hecho de pensar que podía sacar una sonrisa al entregarlo, que la persona que lo iba a recibir merecía mucho más, y por supuesto menos debilidad por mi parte (soy una tirillas quejicosa), me devolvía la alegría y las ganas, y el interés por esforzarme y hacerlo lo mejor posible, y siendo yo una cabezota de primer grado cuando me propongo algo tan en serio, al final ha dado su fruto, y la gratitud que he recibido de quien ahora es su poseedor ha hecho que valiera la pena toda la dedicación.

Las cosas cuando nacen del cariño se van haciendo poquito a poco con una voluntad y una determinación que el dinero no podría pagar, lo que elaboramos, lo que ejecutamos porque nace de lo más profundo de nosotros llega siempre a buen puerto. Mi llavero no es perfecto, en más de una ocasión me pasé con la sierra, pero a pesar de ello a mi me parece el más bonito del mundo, porque ha nacido de mi esfuerzo, del cariño que puse al hacerlo, y sobre todo por el cariño inmenso que he recibido al darlo, es curioso como dando una pequeña parte de nosotros hacemos felices a otros y acabamos recibiendo siempre, siempre, mucho más.


lunes, 12 de abril de 2010

La lacra de la prostitución



Respondo con esta entrada a Roberto, que me pidió que me mojara en los temas y no me limitara a colgar lo que me interesara sin más. Y aun sabiendo que esa actitud es más controvertida, y hace mucho, muchísimo que no me atrevo a sentarme ante un folio en blanco por lo que mi práctica anda por los suelos, lo intentaré por esta vez.

LA LACRA DE LA PROSTITUCIÓN

Sería una actitud insensata la mía, y la de cualquiera, vendarse los ojos ante una realidad a todas luces palpable. La prostitución –la profesión más antigua del mundo-, existe. Está en nuestras calles, en los soportarles, en viviendas colindantes a la nuestra; a veces camuflada del rótulo de sauna, masajes, otras explícitamente anunciada, está la prostitución de los que tienen papeles y de los que no, de los hetero, homo, y transexuales, para todos los gustos, consentida, y denostada, pero esta ahí… Nos encontramos caminando entre dos sectores claramente diferenciados, los partidarios de su legalización y los que promueven su erradicación.

En el Capítulo V del Título VIII de nuestro código penal encontramos los delitos relativos a la prostitución y corrupción de menores. El Art. 187 dice “1. El que induzca, promueva, favorezca o facilite la prostitución de una persona menor de edad o incapaz, será castigado con las penas de prisión de uno a cuatro años y multa de doce a veinticuatro”, agravándose en supuestos que a lo largo del citado artículo y capítulo expone.

¿Cuáles son las claves de su existir?, al menos dos bastante obvias. En primer lugar, la que aunque creo minoritaria, es imposible descartar: la búsqueda del placer, tanto por el cliente, como por la persona que lo dispensa. La segunda, la carestía de patrimonio por parte de la misma. Hay quien se echará las manos a la cabeza por mi primera afirmación, es cuestión de opiniones; el fin de semana veía la película de Krzysztof Kieslowski Tres colores: Azul, en un momento determinado una de las actrices de una trama secundaria, afirmaba que se dedicaba a lo que lo hacía porque le gustaba, así de sencilla y tajante fue su frase, lo hacía porque a todo el mundo le gustaba (queda patente que no compartimos opinión). En cuando a la segunda premisa, qué duda cabe cuando vemos diariamente en las páginas de nuestros diarios, artículos dedicados a la trata de blancas, pornografía, inmigración…

Antes de avanzar más, diré que es evidente que mi postura es contraria a la existencia de un hábito que ataca de frente el Art 10.1 CE, en lo referente a la dignidad de la persona y sus derechos inherentes, es un atentado a los Derechos Fundamentales, un agravio a los Derechos Humanos, siendo una actitud reprobable. Comerciar con el cuerpo, poner un precio a algo que debería surgir fruto del amor según mis convicciones, o al menos de la libertad real, muestra hasta que punto se denigra a la persona. La cuestión es de ética básica, ni aun no existiendo coacción, intimidación, para dichos hechos, hay ausencia de libertad que nace de las condiciones deprimentes de las personas que la llevan a la práctica, carestía económica, falta de recursos, déficit cultural, drogadicción, la entrada en un círculo de autodestrucción fruto de esos acontecimientos y raíz para que se sigan produciendo.

La situación es trágica, dolorosa para las oferentes, pero también para la colectividad, para la sociedad en su conjunto. ¿Qué puede decir una madre a su hija de 10 años cuando le pregunta por qué hay una mujer en medio de la carretera, o en la esquina de una calle, en un parque, en pleno invierno con escasez de ropa, o peor aun, inclusive sin ella, cuando el buen tiempo aflora?.

Es un problema que requiere ayuda del Estado para facilitar programas eficaces que luche por su erradicación, y combatan concienciando a las personas que se dedican a su práctica, que eduquen en la igualdad y en el valor del SER, que ofrezcan ayudas para reinsertarse a una generalidad en condiciones laborales dignas para que no se recurra a un extremo ignominioso para la persona. Se debe sancionar duramente a los proxenetas, individuales o de organizaciones, condenas ejemplarizantes para ellos y para los que acuden a dichos servicios, de forma que el consumidor entienda lo errado de su conducta.

Cierto que la legalización otorgaría a este colectivo ciertos derechos, entre otros acceso a la sanidad, protección, derechos sindicales, pero, los antecedentes de otros países muestran que seguiría existiendo un sector ilegal, y aumentaría el tráfico. Entraríamos de esta forma, en el debate de si todo vale, sea cual sea el precio, y aquí se estaría pagando uno muy alto, la dignidad. La cuestión no está en si vives en una chabola pintártela de azul para que este “mona”, sino eliminar esa situación humillante, tirarla y darte una casa. Del mismo modo no podemos dar unas condiciones que mejoren lo infame, no podemos, no debemos ser permisivos con algo que supone un atropello a la moral, sino eliminarlo.

jueves, 8 de abril de 2010

Gabriel García Márquez


Me llegó a mi correo hace meses, bajo el título “se despide un genio”, y es una de esas cosas, que no pude borrar. Yo también desearía saber vivir así.


“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta
de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo
lo más que pudiera”.

Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva
pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que
significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que
cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría
cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás
duermen.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me
tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi
cuerpo, sino mi alma.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar
que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que
envejecen cuando dejan de enamorarse!

A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese
a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez,
sino con el olvido.

Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He
aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la
montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma
de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su
pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene
atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro
hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero
realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me
guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas.

Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir,
te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el
guardián de tu alma.

Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría “te
quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para
hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que
nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te
olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy
puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no
esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega,
seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una
sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para
concederles un último deseo.

Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que
los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles
“lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las
palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor
la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos
y seres queridos cuanto te importan.”

miércoles, 7 de abril de 2010

El universo conspira a nuestro favor.


El texto me lo envió un buen amigo, no es suyo, pero me gustó mucho, y siento que me encuentro en un momento de mi vida en el que tomar decisiones es importante, y rezar para que esa ayuda se active, también. Así que nada, aquí lo comparto.

“Hasta que uno se decide, le acompaña la duda. Y la posibilidad de volverse atrás genera en los humanos, inevitablemente, un modo de actuar ineficaz.

Sobre todos los actos humanos de iniciativa y creación existe una verdad elemental cuya ignorancia mata innumerables ideas y espléndidos planes: que cuando uno se compromete definitivamente, la humanidad se activa. Ayudas que nunca hubieran aparecido antes surgen ante uno. Toda una corriente de sucesos fluye de la decisión, poniendo a nuestro favor todo tipo de incidentes, encuentros y ayuda material que nadie hubiera podido pensar que le llegaran.

Lo que puedes hacer, o sueñas poder hacerlo, comiénzalo con decisión. Porque la audacia despierta el genio, el poder y la magia. "

Goethe.

Lo de siempre cuando falta - José Mª R. Olaizola




Porque somos unos estúpidos que a veces no vemos cosas, yo intento verlas, pero aun así este poema produce escalofríos.

Lo de siempre cuando falta

Sólo entonces,
cuando faltas
me doy cuenta de tu presencia tan cotidiana.
Sólo entonces,
cuando callas
siento nostalgia de tu verso,
de tu canto,
de tu verbo,
de tu risa.
Sólo entonces me doy cuenta
de que el amor es eso tan cotidiano.
Y entonces
lo de siempre se vuelve nuevo,
la costumbre cobra vida,
la rutina es fiesta.
y al volver a verte, sin que quizás lo notes,
exulto.

José Mª R. Olaizola.

Balada del mal genio - Mario Benedetti





Porque habla de mi, y de ti, porque todos alguna vez nos hemos sentido así:

BALADA DEL MAL GENIO

Hay días en que siento una desgana
de mí, de ti, de todo lo que insiste en creerse,
y me hallo solidariamente cretino,
apto para que en mí vacilen los rencores
y nada me parezca un aceptable augurio.
Días en que abro el diario con el corazón en la boca
como si aguardara de veras que mi nombre
fuera a aparecer en los avisos fúnebres
seguido de la nómina de parientes y amigos
y de todo indócil personal a mis órdenes.
Hay días que ni siquiera son oscuros,
días en que pierdo el rastro de mi pena
y resuelvo las palabras cruzadas
con una rabia hecha para otra ocasión;
digamos, por ejemplo, para noches de insomnio.
Días en que uno sabe que hace mucho era bueno;
¡bah...! tal vez no hace tanto que salía la luna
limpia como después de un jabón perfumado,
y aquello sí era auténtica melancolía,
y no este malsano, dulce abrruimiento.
Bueno, esta balda, sólo es para avisarte
que en esos pocos días no me tomes en cuenta.


Mario Benedetti

El Principito - Antoine de Saint Exupéry


Porque a veces nos sentimos, somos, la rosa , el zorro, incluso el propio Principito, os dejo un extracto, creo que lo mejor del libro.



CAPÍTULO XXI

Fue entonces que apareció el zorro:
- Buen día - dijo el zorro.
- Buen día – respondió cortésmente el principito, que se dio la vuelta pero no vio a nadie.
- Estoy aquí – dijo la voz –, bajo el manzano...
- Quién eres ? – dijo el principito. – Eres muy bonito...
- Soy un zorro – dijo el zorro.
- Ven a jugar conmigo – le propuso el principito. – Estoy tan triste...
- No puedo jugar contigo – dijo el zorro. – No estoy domesticado.
- Ah! perdón – dijo el principito.
Pero, después de reflexionar, agregó:
- ¿Qué significa "domesticar"?
- No eres de aquí – dijo el zorro –, ¿qué buscas?
- Busco a los hombres – dijo el principito. – ¿Qué significa "domesticar"?
- Los hombres – dijo el zorro – tienen fusiles y cazan. ¡Es bien molesto! También crían gallinas. Es su único interés. ¿Buscas gallinas?
- No – dijo el principito. – Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"?
- Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro. – Significa "crear lazos..."
- ¿Crear lazos?
- Claro – dijo el zorro. – Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo...
- Comienzo a entender - dijo el principito. – Hay una flor... creo que me ha domesticado...
- Es posible – dijo el zorro. – En la Tierra se ven todo tipo de cosas...
- Oh! no es en la Tierra – dijo el principito.
El zorro pareció muy intrigado:
- ¿En otro planeta?
- Sí.
- ¿Hay cazadores en aquel planeta?
- No.
- ¡Eso es interesante! ¿Y gallinas?
- No.
- Nada es perfecto – suspiró el zorro.
Pero el zorro volvió a su idea:
- Mi vida es monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen, y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida resultará como iluminada. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los demás. Los otros pasos me hacen volver bajo tierra. Los tuyos me llamarán fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá lejos, los campos de trigo? Yo no como pan. El trigo para mí es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Y eso es triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. ¡Entonces será maravilloso cuando me hayas domesticado! El trigo, que eFragmento Principitos dorado, me hará recordarte. Y me agradará el ruido del viento en el trigo...
El zorro se calló y miró largamente al principito:
- Por favor... ¡domestícame! – dijo.
- Me parece bien – respondió el principito -, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
- Sólo se conoce lo que uno domestica – dijo el zorro. – Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!
- ¿Qué hay que hacer? – dijo el principito.
- Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. – Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente el principito regresó.
- Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos.
- ¿Qué es un rito? – dijo el principito.
- Es algo también demasiado olvidado – dijo el zorro. – Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas. Mis cazadores, por ejemplo, tienen un rito. El jueves bailan con las jóvenes del pueblo. ¡Entonces el jueves es un día maravilloso! Me voy a pasear hasta la viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se aproximó la hora de la partida:
- Ah! - dijo el zorro... - Voy a llorar.
- Es tu culpa – dijo el principito -, yo no te deseaba ningún mal pero tú quisiste que te domesticara.
- Claro – dijo el zorro.
- ¡Pero vas a llorar! – dijo el principito.
- Claro – dijo el zorro.
- ¡Entonces no ganas nada!
- Sí gano –dijo el zorro – a causa del color del trigo.

Luego agregó:
- Ve y visita nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Y cuando regreses a decirme adiós, te regalaré un secreto.
El principito fue a ver nuevamente a las rosas:
- Ustedes no son de ningún modo parecidas a mi rosa, ustedes no son nada aún – les dijo. – Nadie las ha domesticado y ustedes no han domesticado a nadie. Ustedes son como era mi zorro. No era más que un zorro parecido a cien mil otros. Pero me hice amigo de él, y ahora es único en el mundo.
Y las rosas estaban muy incómodas.
Ustedes son bellas, pero están vacías – agregó. – No se puede morir por ustedes. Seguramente, cualquiera que pase creería que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes, puesto que es ella a quien he regado. Puesto que es ella a quien abrigué bajo el globo. Puesto que es ella a quien protegí con la pantalla. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres para las mariposas). Puesto que es ella a quien escuché quejarse, o alabarse, o incluso a veces callarse. Puesto que es mi rosa.
Y volvió con el zorro:
- Adiós – dijo...
- Adiós – dijo el zorro. – Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo con el corazón se puede ver con claridad. Lo esencial es invisible a los ojos. - Lo esencial es invisible a los ojos – repitió el principito a fin de recordarlo.
- Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante.
- Es el tiempo que he perdido en mi rosa... – dijo el principito a fin de recordarlo.
- Los hombres han olvidado esta verdad – dijo el zorro. – Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
- Soy responsable de mi rosa... - repitió el principito a fin de recordarlo.
...
- La última vez que lo vi, estaba sentado en un trigal.






Son huellas en la arena



Bienvenidos a Son huellas en la arena. ¿Son huellas en la arena?, sí, porque como los pies que caminan por ella todo lo que transcurre en nuestra vida se marca en nosotros, a veces la tormenta traerá olas que borren esas pisadas, o quizá lo haga el viento, otras solo serán acaricidas por el mar, hasta formar parte de él. Como esas huellas nuestra existencia es efímera, pero ocupamos un momento en el tiempo, un lugar en la orilla, un instante cargado de belleza.

Este blog nace con como vehículo para plasmar todo aquello que considero digno de reproducir, de compartir con el resto del mundo, todo ello que me ha provocado algún sentimiento, bien rabia, tristeza, alegría, dolor, miedo, entusiasmo, ternura…, o bien me ha podido llevar a una profunda reflexión. En realidad no está muy definido el tema del mismo, podríamos englobarlo en el terreno de las emociones. Con él logro dos pretensiones, una la satisfacción de una necesidad propia, la de compartir algo que me ha llegado, y dos, intentar que a vosotros también pueda aportaros algo. Os ruego no seáis exigentes conmigo, pues esta aventura no pretende premios, ni elogios, es solo una andadura en la que quiero, deseo, que vosotros mis amigos participes con vuestros comentarios o simplemente vuestra atenta lectura.

A veces compartiré cosas que no os gusten y con las que no estéis de acuerdo, porque puede colgar un apunte sobre política, religión, una canción, una película, una noticia, una fotografía, un libro… aun no lo sé bien, no juzguéis muy duramente, otras no comprenderéis la razón de lo que os ofrezco, o yo no la dejaré muy clara…, pero ahí reside la magia, pues todo lo que hacemos en esta vida, nace de un por qué. 

Deseo adjuntaros como parte de mi presentación un cuento de Manuel Sánchez Mongue:

Una noche soñé que iba andando por la playa
con Dios. Y que se proyectaban en el cielo muchas
escenas de mi vida. En cada cuadro veía
huellas de pisadas en la arena. A veces las de
dos personas y otras sólo las de una.
Observé que durante los períodos más difíciles
de mi existencia se veían huellas de una sola
persona. Y dije:
- Me prometiste, Señor, que siempre caminarías
a mi lado. ¿Por qué cuando más te necesité no
estabas conmigo?
Él respondió:
- Cuando viste las huellas de una sola persona,
hijo mío, fue cuando tuve que llevarte en brazos.
Manuel Sánchez Monge. “Parábolas como dardos”