Es tu luz y tu cruz.
Es tu vida y tu muerte.
Es tu alivio y sufrimiento.
Es herida y ungüento.
Como los
clips que encuentran en el fondo del cajón, o las nubes en el cielo azul,
que parecen algodón deshecho en el cojín del alma.
Lo de
menos son las veinte tiendas para tres velas o las sonrisas congeladas en una
imagen o en témpanos de hielo. Al final un papel ilumina tanto al candil, como
la vela que sueña por arder con el aliento de Dios a las brasas.