¿Son huellas en la arena?, sí, porque como los pies que caminan por ella todo lo que transcurre en nuestra vida se marca en nosotros, a veces la tormenta traerá olas que borren esas pisadas, otras soplará el viento, otras solo serán acaricidas por el mar, hasta formar parte de él. Como esas huellas nuestra existencia es efímera, pero ocupamos un momento en el tiempo, un lugar en la orilla, un instante cargado de belleza.

viernes, 15 de octubre de 2010

RESCATANDO UNA ESTRELLA DE MAR



Encontré esta historia en una web, mientras navegaba buscando una dinámica para los chavales de un grupo con el que colaboro, me pareció bonita, así que para vosotros:


Había una vez un sabio que solía ir a la playa a escribir. Tenía la costumbre de caminar por la playa antes de comenzar su trabajo. Un día, mientras caminaba junto al mar, observó una figura humana que se movía como un bailarín. Se sonrió al pensar en alguien bailando para saludar el día. Apresuró el paso, se acercó y vio que se trataba de un joven y que no bailaba, sino que se agachaba para recoger algo y suavemente lanzarlo al mar. A medida que se acercaba saludó:

- "Buen día, ¿Qué está haciendo?" -

El joven hizo una pausa, se dio vuelta y respondió:

- "Arrojo estrellas de mar al océano".

- "Supongo que debería preguntar ¿Por qué arrojas estrellas de mar al océano?", dijo el sabio.

El joven respondió:

- "Anoche la tormenta dejó miles de estrellas en la playa, hoy hay sol fuerte y la marea está bajando, si no las arrojo al mar, morirán".

- "Pero joven, replicó el sabio, no se da cuenta que hay cientos de kilómetros de playa y miles de estrellas de mar, ¿Realmente piensa que su esfuerzo tiene sentido?" -

El joven escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otra estrella de mar, la arrojó al agua y luego le dijo:

- "Para aquélla, sí tuvo sentido".

La respuesta sorprendió al hombre. Se sintió molesto, no supo qué contestar y regresó a su cabaña a escribir.

Durante todo el día, mientras escribía, la imagen de aquel joven lo perseguía. Intentó ignorarlo, pero no pudo. Finalmente al caer la tarde se dio cuenta que a él, el científico, a él, el sabio, se le había escapado la naturaleza esencial de la acción de aquel joven. Él había elegido no ser un mero observador en el Universo y dejar que pasara ante sus ojos. Había decidido participar activamente y dejar su huella en él.

Se sintió avergonzado y esa noche se fue a dormir preocupado.

A la mañana siguiente se levantó sabiendo que debía hacer algo.

Se vistió, fue a la playa, encontró al joven y pasó el resto de la mañana arrojando estrellas de mar al océano.

... Nada puedo hacer para solucionar las penas del mundo, pero puedo hacer mucho para colaborar en el pedacito de mundo que me toca...


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