-¡Pero
si es verdad! ¡Soy una gaviota perfecta y sin limitaciones! -Y se estremeció
de alegría. […]
Entonces,
mientras hablaba, sus plumas se hicieron más y más resplandecientes hasta que
al fin brillaron de tal manera que ninguna gaviota pudo mirarle.
-Juan
-dijo, y estas fueron las últimas palabras que pronunció-, sigue trabajando en el amor […]
Habló
de cosas muy sencillas: que está bien que una gaviota vuele; que la libertad es
la misma escencia de su ser; que todo aquello que le impida esa libertad debe
ser eliminado, fuera ritual o superstición o limitación en cualquier forma.
-Eliminado
-dijo una voz en la multitud-, ¿aunque sea Ley de la Bandada?
-La
única Ley verdadera es aquella que conduce a la libertad -dijo Juan-. No hay
otra. […]
-¿Por
qué será -se preguntó Juan perplejo- que no hay nada más difícil en el mundo
que convencer a un pájaro de que es libre, y de que lo puede probar por sí
mismo si sólo se pasara un rato practicando? ¿Por qué será tan difícil? […]
-Pobre
Pedro. No creas lo que tus ojos te dicen. Sólo muestran limitaciones.Mira con
tu entendimiento, descubre lo que ya sabes, y hallarás la manera de volar.
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