¿Son huellas en la arena?, sí, porque como los pies que caminan por ella todo lo que transcurre en nuestra vida se marca en nosotros, a veces la tormenta traerá olas que borren esas pisadas, otras soplará el viento, otras solo serán acaricidas por el mar, hasta formar parte de él. Como esas huellas nuestra existencia es efímera, pero ocupamos un momento en el tiempo, un lugar en la orilla, un instante cargado de belleza.

domingo, 16 de marzo de 2014

EN EL ATARDECER DE LA VIDA





La otra noche tuve la suerte de que un amigo, me invitase a una celebración con los hermanitos de Charles de Foucauld (fantásticos todos ellos), en principio no me apetecía mucho, pero quizá porque él se llama Miguel Ángel, acudí y ahora se lo agradezco.

 Cuando finalizó, sentados los 8 alrededor de la mesa, compartiendo de cena sopa ucraniana, y queso de Portugal. Julliano, el prior (de cercanía infinita) que acababa de llegar desde Bélgica me preguntó por mis chavales, iniciándose así una breve pero sugerente conversación entre todos.

-          ¿Qué puedo decir? que para la recuperación les he dado hasta las preguntas, del examen, en una hoja, literalmente, este es, estudiadlo –les explico.
-          En nuestros tiempos los robaban –comenta Miguel Ángel.
-          Si es que yo no quiero que suspendan, sino que estudien, y si les tengo que dar las preguntas, y por lo menos se van a saber eso, a mi no me importa, si yo lo único que quiero es que la gente sea feliz, no amargarle la existencia a nadie, y si esto es una muestra de que no voy contra ellos, sino todo lo contrario. – Argumento.
-          ¿Pero no dices que aún así suspenden? –recalca Rob.
-          Jaja, sí, pero… ¿qué más puedo hacer? –pregunto.
-          Eres como Dios –apunta Juan, mientras Victoria sonríe.
-          No entiendo –respondo.
-          Sí, que hasta dices que vas a preguntar, os voy a examinar de esto, ya nos lo dijo él, en el atardecer la vida, os examinaré de amor... Si hasta nos dice las preguntas.
-          Jajaja –sonrío.
-          Pues sí que es como Dios, ¡y nosotros como los chavales, que sabiéndola, aún así suspendemos! – finaliza Juan Francisco, ante el gesto afirmativo de André (el alma de la casa).


La carcajada es general, pero me deja pensativa… Luego dicen que las matemáticas son complicadas… 





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