Cuelgo nuevamente esta entrada a petición de mi amigo Roberto que dice que no se ha reído tanto con ninguna de las de mi blog y que le alegró la tarde. Porque aunque la retiré por ser algo personal, también me hacía ilusión compartirlo con vosotros, porque me resultó algo muy bonito y enternecedor, y que habla del gran corazón de mis chavales, que saben que lo esencial, es invisible a los ojos, y a veces, se convierten en los maestros, y nos ayudan a saber mirarles con ojos nuevos cada día.
Llega un viernes de 2 a 3, tras 4 horas de clase sin descanso. Conflicto con una niña muy problemática a las 11 en la que te toca imponer autoridad, preocupación importante que acarreas de la hora anterior por otra que te ha dejado tocada el resto del día porque lo está pasando mal, te pide escucha, consejo y logras que una chocolatina le devuelva la sonrisa; y vas a tu última hora de la mañana, con adolescentes, sabiendo que cuando llegues a casa comerás en 5 minutos porque te esperan dos horas más de clase con adultos, que ha sido una mañana cargadita, y lo queda... Y entonces, una niña a la que llevas 5 meses mandándo callar sin resultado, que te hace tanto luchar por disimular la sonrisa constante, como desquiciarte hasta el extremo, implorando a Dios que te infunda paciencia, te sorprende con una iniciativa que secundan sus compañeros con sus firmas, haciendo la gracia de arrodillarse junto a tu mesa antes de que llegues incluso a sentarte, mientras tararea una canción, con una flor en la mano, y su compañera de correrías la imita con un broche de globos de colores. Y, lees la carta entre las risas de disfrute de todos -la tuya la primera-, y sabes que cada una de las frases es verdad… (salvo las de las preferencias, puesto que cada uno de ellos tiene un encanto único, y ella es de las que lo tienen).
Llega un viernes de 2 a 3, tras 4 horas de clase sin descanso. Conflicto con una niña muy problemática a las 11 en la que te toca imponer autoridad, preocupación importante que acarreas de la hora anterior por otra que te ha dejado tocada el resto del día porque lo está pasando mal, te pide escucha, consejo y logras que una chocolatina le devuelva la sonrisa; y vas a tu última hora de la mañana, con adolescentes, sabiendo que cuando llegues a casa comerás en 5 minutos porque te esperan dos horas más de clase con adultos, que ha sido una mañana cargadita, y lo queda... Y entonces, una niña a la que llevas 5 meses mandándo callar sin resultado, que te hace tanto luchar por disimular la sonrisa constante, como desquiciarte hasta el extremo, implorando a Dios que te infunda paciencia, te sorprende con una iniciativa que secundan sus compañeros con sus firmas, haciendo la gracia de arrodillarse junto a tu mesa antes de que llegues incluso a sentarte, mientras tararea una canción, con una flor en la mano, y su compañera de correrías la imita con un broche de globos de colores. Y, lees la carta entre las risas de disfrute de todos -la tuya la primera-, y sabes que cada una de las frases es verdad… (salvo las de las preferencias, puesto que cada uno de ellos tiene un encanto único, y ella es de las que lo tienen).
Y, aunque sospechas que puede haber cierto intento, más que
evidente de manipular tu voluntad, conquistar tu cariño, y ensancharte el ego,
te dejas querer con sinceridad y disfrute, porque necesariamente te tocan el corazón,
y vuelves a casa aún en shock, porque no deja de ser un bonito detalle, que te
saca la sonrisa y hace que quieras a esas pequeñas fieras, que en el fondo por
mayores que a veces pretenden ser, que hacen que te preguntes ¡quién narices te
mando meterte en un trabajo, en el que ganas poco, trabajas mucho, y el índice
de depresión es tan alto! no dejan de ser unos críos que pueden resultar verdaderamente
tiernos, y hay días como hoy, en que ellos mismos tanto desde la que confía en
ti, pasando por la que intentas educar, hasta la que te exaspera pero ve en tus
sermones un cariño detrás, son los que te dan las respuesta. Son muchas las veces, en las que sientes que no haces las cosas del todo bien, y pequeños detalles como éste, te infunden ánimo, te muestran destellos que te invitan a mejorar, en tantísimo que a una novata como yo, le queda por aprender. No lo leerán
nunca, pero desde aquí admito que les quiero, del primero al último, del más
vago, al más trabajador, del risueño, hasta el que creo que no me soporta, les
quiero de verdad, y les digo gracias, porque la esperanza en ellos, hacen que
lo poco que hago valga la pena, y no me refiero a transmitir conocimientos…
PD: En mi defensa diré que la otra, era un alambre con el que estaba jugando, y podía hacer daño a alguien y me dijo que era rosa.
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