Estos días he descubierto que tenemos capacidad para hacer lo que nos propongamos. He fabricado un llavero, y teniendo en cuenta que en mi vida nunca había hecho algo así, me siento muy orgullosa.
Ahí me veis equipada con mi navaja, dándome cortes aquí y allá, con los músculos de las manos doloridos por su uso y por el de la lima, y raposas de lijar, con tensión permanente en el cuello, y todas las vértebras chirriando por la posición al serrar, intentando encontrar la belleza en un trozo de madera…, intentando encontrar su alma. Me he sentido –salvando las distancias-, un poco como Miguel Ángel ante la colosal piedra de mármol de la que obtuvo el David, y la satisfacción que me ha invadido al terminarlo tras muchas horas de dedicación ha sido similar a la que he sentido al entregárselo al nuevo propietario, porque cuando no podía ni cerrar los dedos anquilosados por el esfuerzo, o cuando me desperté ayer maldiciendo la hora de mi ocurrencia, solo el hecho de pensar que podía sacar una sonrisa al entregarlo, que la persona que lo iba a recibir merecía mucho más, y por supuesto menos debilidad por mi parte (soy una tirillas quejicosa), me devolvía la alegría y las ganas, y el interés por esforzarme y hacerlo lo mejor posible, y siendo yo una cabezota de primer grado cuando me propongo algo tan en serio, al final ha dado su fruto, y la gratitud que he recibido de quien ahora es su poseedor ha hecho que valiera la pena toda la dedicación.
Las cosas cuando nacen del cariño se van haciendo poquito a poco con una voluntad y una determinación que el dinero no podría pagar, lo que elaboramos, lo que ejecutamos porque nace de lo más profundo de nosotros llega siempre a buen puerto. Mi llavero no es perfecto, en más de una ocasión me pasé con la sierra, pero a pesar de ello a mi me parece el más bonito del mundo, porque ha nacido de mi esfuerzo, del cariño que puse al hacerlo, y sobre todo por el cariño inmenso que he recibido al darlo, es curioso como dando una pequeña parte de nosotros hacemos felices a otros y acabamos recibiendo siempre, siempre, mucho más.
Olé que arte
ResponderEliminar¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!, por tu comentario, y por obligarme con ello, a releer lo escrito y a ver las fotos. Es un muy grato recuerdo.
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